El poblado es acogedor y pintoresco y pasear por sus calles
adoquinadas es realmente un disfrute. Pueden encontrarse muestras de la
diversidad de nuestra cultura y gozar de sus tiendas, cafés, restaurantes; en
la plaza se antojan unos deliciosos jugos.
Lleno de color, el mercado de artesanías abarca toda una calle,
que llega al Paseo del Pescador. Se puede admirar a los artesanos recrear su
tradición náhuatl en la pintura de sus obras. Su arte se caracteriza por
reproducir escenas de su vida y costumbres. Fedro Marcos, originario de
Tetelcingo, dice con orgullo: “En el dibujo está la imaginación”.
Zihuatanejo, por tradición, es un pueblo de pescadores. En el
Paseo del Pescador, a lo largo de la Playa Principal, los pescadores venden sus
productos del día, siempre dispuestos a compartir su alegría y la cultura de la
pesca con el visitante. Más adelante se venden bellísimas artesanías de concha
y materiales de la región. También hay buenos restaurantes y al final está el
embarcadero, para ir a la Playa Las Gatas o a pescar.
Caminar por Zihuatanejo es un placer que no termina. Es delicioso
comer en sus restaurantes platillos tanto de cocina mexicana como
internacional; conocer y comprar diversos ejemplos de arte popular y ropa de
diferentes regiones del país, en tiendas como La Casa Marina, de Natalia Krebs,
quien personalmente busca y selecciona las piezas que vende. Para terminar la
noche hay muchos rincones para compartir un brindis y buena música. Todo en un
agradable ambiente de provincia, con la calidez y la hospitalidad de su gente.
En el Museo Arqueológico, que permite ahondar en el conocimiento
del lugar, se muestran objetos de civilizaciones prehispánicas, murales y mapas
antiguos de Zihuatanejo. Los domingos, en la Playa Principal, se puede convivir
y disfrutar de espectáculos culturales en el teatro al aire libre.